Es evidente que es incómodo que venga alguien y que te diga algo que no le gusta de ti, lo que has dicho, cómo te has comportado o que te haga una petición de cambio. No es agradable, porque el ego lo percibe como un ataque.

Ante una corrección, suele haber 3 respuestas impulsivas automáticas:

  1. Contra-atacar: Me dicen y respondo. Y mejor si es con más intensidad o agresividad para que quede claro con quién se está metiendo.
  2. Negación: Pongo excusas, hablamos de causas externas, o bien, terminamos contradiciendo lo que nos indican.
  3. Victimismo: Busco la compasión del otro, no me planteo ni siquiera si lo que dicen es cierto porque soy un desastre.

Hay que aprender a manejar el impulso como respuesta; así como aprender a dar una respuesta más adaptativa, más idónea que ayude a mejorar la relación. Entendiendo que cuando el otro nos critica en realidad tiene “sus motivos”, y no necesariamente tiene la razón.

Independientemente de si es cierto o no, o si estoy de acuerdo o no, lo primero es escuchar, sin juzgar o alentar el impulso, de este modo podemos comprender y entender. En segundo lugar, buscar ser empático, ponerse y hacerle saber que si estuvieses en su lugar, también estarías incómodo ante esa situación que manifiesta. Y tercero, pregunta, solicita un ejemplo, fundamento. Hay que entender lo sucedido o bien comprender su perspectiva.

A partir de este dominio del impulso como respuesta, se puede dialogar, dar los argumentos o reconocer que hemos afectado a otros, y proceder a reparar o cambiar lo que se pueda.

Recuerda la próxima vez que recibas una corrección, que: “cuando el río suena, piedras trae” y que te están dando una ayuda, una oportunidad, haciendo un favor, para que salgas de tu área ciega. Y lo que queda es agradecer que hayan tenido el ánimo de comunicarlo y tener luces para seguir mejorando.

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?